martes, 15 de enero de 2008

nños sin alma

QUE TE PARECIERON LOS MENSAJES? EN VERDAD PIENSA ESCRIBIR CADA SEMANA?
DE DONDE SACAS TANTA SEGURIDAD PARA VIVIR ? CUAL ES EL SECRETO? HA PASADO TANTO TIMPO AUN SIGNIFICO ALGO PARA TI?O YA ME OLVIDASTE.EL OTRO DIA HABLABA CON LIS POR TELEFONO Y SE OIA TU RISA MAS QUE NADA.ESPERO QUE TE VAYA MUY BIEN EN TODO.Y QUE SIGAS RIENDOTE ASI DE TODO.ESPERO QUE TODO TE VAYA BIEN EN TU HOGAR. TE REGALO ESTA SELECCION DE POEMAS.SON ALGUNOS DE MIS POETAS PREDILECTOS

PABLO NERUDAVeinte poemas de amory una canción desesperada
Poema 20
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: "La noche esta estrellada,y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

PABLO NERUDAVeinte poemas de amory una canción desesperada
La canción desesperada
Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy.El río anuda al mar su lamento obstinado.
Abandonado como los muelles en el alba.Es la hora de partir, oh abandonado !
Sobre mi corazón llueven frías corolas.Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos !
En ti se acumularon las guerras y los vuelos.De ti alzaron las alas los pájaros del canto.
Todo te lo tragaste, como la lejanía.Como el mar, como el tiempo. Todo en ti fue naufragio !
Era la alegre hora del asalto y el beso.La hora del estupor que ardía como un faro.
Ansiedad de piloto, furia de buzo ciego,turbia embriaguez de amor, todo en ti fue naufragio !
En la infancia de niebla mi alma alada y herida.Descubridor perdido, todo en ti fue naufragio !
Te ceñiste al dolor, te agarraste al deseo.Te tumbó la tristeza, todo en ti fue naufragio !
Hice retroceder la muralla de sombra.anduve más allá del deseo y del acto.
Oh carne, carne mía, mujer que amé y perdí,a ti en esta hora húmeda, evoco y hago canto.
Como un vaso albergaste la infinita ternura,y el infinito olvido te trizó como a un vaso.
Era la negra, negra soledad de las islas,y allí, mujer de amor, me acogieron tus brazos.
Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta.Era el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro.
Ah mujer, no sé cómo pudiste contenermeen la tierra de tu alma, y en la cruz de tus brazos!
Mi deseo de ti fue el más terrible y corto,el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido.
Cementerio de besos, aún hay fuego en tus tumbas,aún los racimos arden picoteados de pájaros.
Oh la boca mordida, oh los besados miembros,oh los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados.
Oh la cópula loca de esperanza y esfuerzoen que nos anudamos y nos desesperamos.
Y la ternura, leve como el agua y la harina.Y la palabra apenas comenzada en los labios.
Ése fue mi destino y en él viajó mi anhelo,y en él cayó mi anhelo, todo en ti fue naufragio!
Oh sentina de escombros, en ti todo caía,qué dolor no exprimiste, qué olas no te ahogaron.
De tumbo en tumbo aún llameaste y cantastede pie como un marino en la proa de un barco.
Aún floreciste en cantos, aún rompiste en corrientes.Oh sentina de escombros, pozo abierto y amargo.
Pálido buzo ciego, desventurado hondero,descubridor perdido, todo en ti fue naufragio!
Es la hora de partir, la dura y fría horaque la noche sujeta a todo horario.
El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa.Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros.
Abandonado como los muelles en el alba.Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos.
Ah más allá de todo. Ah más allá de todo.
Es la hora de partir. Oh abandonado !

MIGUEL HERNANDEZ


Como el toro he nacido para el lutoy el dolor, como el toro estoy marcadopor un hierro infernal en el costadoy por varón en la ingle con un fruto.Como el toro la encuentra diminutotodo mi corazón desmesurado,y del rostro del beso enamorado,como el toro a tu amor se lo disputo.Como el toro me crezco en el castigo,la lengua en corazón tengo bañaday llevo al cuello un vendaval sonoro.Como el toro te sigo y te persigo,y dejas mi deseo en una espada,como el toro burlado, como el toro.


¿No cesará este rayo que me habitael corazón de exasperadas fierasy de fraguas coléricas y herrerasdonde el metal más fresco se marchita?¿No cesará esta terca estalactitade cultivar sus duras cabellerascomo espadas y rígidas hoguerashacia mi corazón que muge y grita?Este rayo ni cesa ni se agota:de mí mismo tomó su procedenciay ejercita en mí mismo sus furores.Esta obstinada piedra de mí brotay sobre mí dirige la insistenciade sus lluviosos rayos destructores.

Poema A Elena de Edgar Allan Poe
Te vi a punto.Era una noche de julio,noche tibia y perfumada,noche diáfana…
De la luna plena límpida,límpida como tu alma,descendíansobre el parque adormecidográciles velos de plata.
Ni una ráfagael infinito silencioy la quietud perturbabanen el parque…
Evaporaban las rosaslos perfumes de sus almaspara que los recogierasen aquella noche mágica;para que tú los gozasessu último aliento exhalabancomo en una muerte dulce,como en una muerte lánguida,y era una selva encantada,y era una noche divinallena de místicos sueñosy claridades fantásticas.
Toda de blanco vestida,toda blanca,sobre un ramo de violetasreclinadate veíay a las rosas moribundasy a ti, una luz tenue y diáfanamuy suavementealumbraba,luz de perla diluidaen un éter de suspirosy de evaporadas lágrimas.
¿Qué hado extraño(¿fue ventura? ¿fue desgracia?)me condujo aquella nochehasta el parque de las rosasque exhalabanlos suspiros perfumadosde sus almas?
Ni una hojasusurraba;no se oíauna pisada;todo mudo,todo en sueños,menos tú y yo-¡cuál me agitoal unir las dos palabras! –menos tú y yo…De repentetodo cambia.¡Oh, el parque de los misterios!¡Oh, la región encantada!
Todo, todo,todo cambia.De la luna la luz límpidala luz de perla se apaga.El perfume de las rosasmuere en las dormidas auras.Los senderos se oscurecen.Expiran las violas castas.Menos tú y yo, todo huye,todo muere,todo pasa…Todo se apaga y extinguemenos tus hondas miradas.
¡Tus dos ojos donde arde tu alma!Y sólo veo entre sombrasaquellos ojos brillantes,¡oh mi amada! Todo, todo,todo cambia.
De la luna la luz límpidala luz de perla se apaga.El perfume de las rosasmuere en las dormidas auras.Los senderos se oscurecen.Expiran las violas castas.Menos tú y yo, todo huye,todo muere,todo pasa…
Todo se apaga y extinguemenos tus hondas miradas.¡Tus dos ojos donde arde tu alma!Y sólo veo entre sombrasaquellos ojos brillantes,¡oh mi amada!
¿Qué tristezas irreales,qué tristezas extrahumanas!La luz tibia de esos ojosleyendas de amor relata.¡Qué misteriosos dolores,qué sublimes esperanzas,qué mudas renunciacionesexpresan aquellos ojosque en la sombrafijan en mí su mirada!
Noche oscura. Ya Dianaentre turbios nubarrones,lentamente,hundió la faz plateada,y tú solaen medio de la avenida,te deslizasirreal, mística y blanca,te deslizas y te alejas incorpóreacual fantasma…Sólo flotan tus miradas.¡Sólo tus ojos perennes,tus ojos de honda miradafijos quedan en mi alma!
A través de los espacios y los tiempos,marcan,marcan mi senderoy no me dejancual me dejó la esperanza…Van siguiéndome, siguiéndomecomo dos estrellas cándidas;cual fijas estrellas doblesen los cielos apareadasen la noche solitaria.
Ellos solos purificanmi alma toda con sus rayosy mi corazón abrasan,y me prosterno ante elloscon adoración extática,y en el díano se ocultancual se ocultó mi esperanza.
De todas partes me siguenmirándome fijamentecon sus místicas miradas….Misteriosas, divinalesme persiguen sus miradascomo dos estrellas fijas…como dos estrellas tristes,¡como dos estrellas blancas! Versión de Carlos A. Torres

GIBRAN KHALIL GIBRAN

El Amor
Dijo Almitra: Háblanos del Amor.
Y él levantó la cabeza, miró a la gente y una quietud descendió sobre todos. Entonces, dijo con gran voz:
Cuando el amor os llame, seguidlo.
Y cuando su camino sea duro y difícil.
Y cuando sus alas os envuelvan, entregaos. Aunque la espada entre ellas escondida os hiriera.
Y cuando os hable, creed en él. Aunque su voz destroce nuestros sueños, tal cómo el viento norte devasta los jardines.
Porque, así como el amor os corona, así os crucifica.
Así como os acrece, así os poda.
Así como asciende a lo más alto y acaricia vuestras más tiernas ramas, que se estremecen bajo el sol, así descenderá hasta vuestras raíces y las sacudirá en un abrazo con la tierra.
Como trigo en gavillas él os une a vosotros mismos.
Os desgarra para desnudaros.
Os cierne, para libraros de vuestras coberturas.
Os pulveriza hasta volveros blancos.
Os amasa, hasta que estéis flexibles y dóciles.
Y os asigna luego a su fuego sagrado, para que podáis convertiros en sagrado pan para la fiesta sagrada de Dios.
Todo esto hará el amor en vosotros para que podáis conocer los secretos de vuestro corazón y convertiros, por ese conocimiento, en un fragmento del corazón de la Vida.
Pero si, en vuestro miedo, buscareis solamente la paz y el placer del amor, entonces, es mejor que cubráis vuestra desnudez y os alejéis de sus umbrales.
Hacia un mundo sin primaveras donde reiréis, pero no con toda vuestra risa, y lloraréis, pero no con todas vuestras lágrimas.
El amor no da nada más a sí mismo y no toma nada más que de sí mismo.
El amor no posee ni es poseído.
Porque el amor es suficiente para el amor.
Cuando améis no debéis decir: "Dios está en mi corazón", sino más bien: "Yo estoy en el corazón de Dios."
Y pensad que no podéis dirigir el curso del amor porque él si os encuentra dignos, dirigirá vuestro curso.
El amor no tiene otro deseo que el de realizarse.
Pero, si amáis y debe la necesidad tener deseos, que vuestros deseos sean éstos:
Fundirse y ser como un arroyo que canta su melodía a la noche.
Saber del dolor de la demasiada ternura.
Ser herido por nuestro propio conocimiento del amor. Y sangrar voluntaria y alegremente.
Despertarse al amanecer con un alado corazón y dar gracias por otro día de amor.
Descansar al mediodía y meditar el éxtasis de amar. Volver al hogar con gratitud en el atardecer.
Y dormir con una plegaria por el amado en el corazón y una canción de alabanza en los labios.


El dar
Entonces, un hombre rico dijo: Háblanos del dar.
Y él contestó:
Dais muy poca cosa cuando dais de lo que poseéis.
Cuando dais algo de vosotros mismos es cuando realmente dais.
¿Qué son vuestras posesiones sino cosas que atesoráis por miedo a necesitarlas mañana?
Y mañana, ¿qué traerá el mañana al perro que, demasiado previsor, entierra huesos en la arena sin huellas mientras sigue a los peregrinos hacia la ciudad santa? ¿Y qué es el miedo a la necesidad sino la necesidad misma?
¿No es, en realidad, el miedo a la sed, cuando el manantial está lleno, la sed inextinguible?
Hay quienes dan poco de lo mucho que tienen y lo dan buscando el reconocimiento y su deseo oculto malogra sus regalos.
Y hay quienes tienen poco y lo dan todo.
Son éstos los creyentes en la vida y en la magnificencia de la vida y su cofre nunca está vacío.
Hay quienes dan con alegría y esa alegría es su premio.
Y hay quiénes dan con dolor y ese dolor es su bautismo.
Y hay quienes dan y no saben del dolor de dar, ni buscan la alegría de dar, ni dan conscientes de la virtud de dar.
Dan como, en el hondo valle, da el mirto su fragancia al espacio.
A través de las manos de los que como esos son, Dios habla y, desde el fondo de sus ojos, El sonríe sobre la tierra.
Es bueno dar algo cuando ha sido pedido, pero es mejor dar sin demanda, comprendiendo.
Y, para la mano abierta, la búsqueda de aquel que recibirá es mayor goce que el dar mismo.
¿Y hay algo, acaso, que podáis guardar? Todo lo que tenéis será dado algún día.
Dad, pues, ahora que la estación de dar es vuestra y no de vuestros herederos.
Decís a menudo: "Daría, pero sólo al que lo mereciera." Los árboles en vuestro huerto no dicen así, ni lo dicen los rebaños en vuestra pradera.
Ellos dan para vivir, ya que guardar es perecer.
Todo aquel que merece recibir sus días y sus noches, merece, seguramente, de vosotros todo lo demás.
Y aquel que mereció beber el océano de la vida, merece llenar su copa en vuestro pequeño arroyo.
¿Y cuál será mérito mayor que el de aquel que da el valor y la confianza -no la caridad- del recibir?
¿Y quiénes sois vosotros para que los hombres os muestren su seno y os descubran su orgullo para que así veáis sus merecimientos desnudos y su orgullo sin confusión?
Mirad primero si vosotros mismos merecéis dar y ser un instrumento del dar.
Porque, a la verdad, es la vida la que da a la vida, mientras que vosotros, que os creéis dadores, no sois sino testigos.
Y vosotros, los que recibís -y todos vosotros sois de ellos- no asumáis el peso de la gratitud, si no queréis colocar un yugo sobre vosotros y sobre quien os da.
Eleváos, más bien, con el dador en su dar como en unas alas.
Porque exagerar vuestra deuda es dudar de su generosidad, que tiene el libre corazón de la tierra como madre y a Dios como padre.


La Alegría y el Dolor
Entonces, dijo una mujer: Háblanos de la Alegría y del Dolor.
Y él respondió:
Vuestra alegría es vuestro dolor sin máscara.
Y la misma fuente de donde brota vuestra risa fue muchas veces llenada con vuestras lágrimas.
Y ¿cómo puede ser de otro modo?
Mientras más profundo cave el dolor en vuestro corazón, más alegría podréis contener.
¿No es la copa que guarda vuestro vino la misma copa que estuvo fundiéndose en el horno del alfarero?
¿Y no es el laúd que apacigua vuestro espíritu la misma madera que fue tallada con cuchillos?
Cuando estéis contentos, mirad en el fondo de vuestro corazón y encontraréis que es solamente lo que os produjo dolor, lo que os da alegría.
Cuando estéis tristes, mirad de nuevo en vuestro corazón y veréis que estáis llorando, en verdad, por lo que fue vuestro deleite.
Algunos de vosotros decís: "La alegría es superior al dolor" y otros: "No, el dolor es más grande."
Pero yo os digo que son inseparables.
Vienen juntos y, cuando uno de ellos se sienta con voso­tros a vuestra mesa, recordad que el otro está durmiendo en vuestro lecho.
En verdad, estáis suspensos, como fiel de balanza, entre vuestra alegría y vuestro dolor.
Sólo cuando vacíos estáis quietos y equilibrados.
Cuando el tesorero os levanta para pesar su oro y su plata, es necesario que vuestra alegría o vuestro dolor suban o bajen.

TAGORE

No guardes sólo para ti el secreto de tu corazón, amiga mía, dímelo, sólo a mí, en secreto.
Susúrrame tu secreto, tú que tienes una sonrisa tan dulce; mis oídos no lo oirán, sólo mi corazón.
La noche es profunda, la casa está silenciosa, los nidos de los pájaros están envueltos por el sueño.
A través de tus lágrimas vacilantes, a través de tus temerosas sonrisas, a través de tu dulce vergüenza y tu tristeza, dime el secreto de tu corazón.

Cree en el amor, aunque sea una fuente de dolor. No cierres tu corazón.
—Amigo mío, tus palabras son oscuras, no puedo entenderlas.
—El corazón se ha hecho para entregarlo con una lágrima y una canción, amada mía.
—Amigo mío, tus palabras son oscuras, no puedo entenderlas.
—La alegría es frágil como una gota de rocío y muere sonriendo. Pero la pena es poderosa y tenaz. Deja que un doloroso amor despierte en tus ojos.
—Amigo mío, tus palabras son oscuras, no puedo entenderlas.
—El loto prefiere florecer al sol y morir, a estar encerrado en el capullo durante un invierno inacabable.

Háblame, amor mío. Dime las palabras que cantabas.
La noche es oscura, las estrellas se han perdido entre las nubes. El viento suspira sobre las hojas.
Soltaré mis cabellos y mi manto azul me rodeará de noche. Acogeré tu cabeza en mi seno y, en la dulce soledad, hablaré bajo para tu corazón.
Cerraré los ojos para escucharte, sin mirar tu rostro.
Cuando termines tus palabras, permaneceremos silenciosos y quietos.
Sólo los árboles murmurarán en las tinieblas.
Palidecerá la noche y nacerá el día. Nos miraremos a los ojos y volveremos a nuestros distintos caminos.
Háblame, amor mío. Dime las palabras que cantabas.

Dime si todo esto es verdad, amado mío, dime si es verdad.
Cuando brilla el relámpago de mis ojos, ¿sombríos nubarrones se acumulan en tu corazón?
¿Es cierto que mis labios te parecen dulces como el florecimiento de tu primer amor?
El recuerdo de los mayos pasados, ¿duerme acaso en mis venas?
¿Se estremece la tierra, como un arpa llena de músicas, cuando la pisan mis pies?
¿Es verdad que al verme el rocío cae de los ojos de la noche y que la luz del alba es dichosa al rodearme?
¿Es verdad, es verdad que tu amor solitario me ha buscado a través de los siglos y los mundos?
¿Y que al hallarme, tu antiguo deseo se apaciguó con mis dulces palabras, con mis ojos, con mis labios y mis cabellos flotantes?
¿Es verdad, pues, que el misterio del Infinito está escrito en esta pequeña frente?
Dime, amado mío, ¿es verdad todo esto?

Deseo decirte las palabras más profundas, pero no me atrevo, pues temo tu burla.
Por ello me río de mí mismo y transformo en bromas mi secreto.
Me burlo de mi dolor, para que no te burles tú.
Deseo decirte las palabras más sinceras, pero no me atrevo, pues temo que no me creas.
Por ello las disfrazo de mentiras y digo lo contrario de lo que pienso.
Me esfuerzo en que mi dolor parezca absurdo, para que no te lo parezca a ti.
Deseo decirte las palabras más valiosas, pero no me atrevo, pues temo no ser correspondido.
Por ello te nombro duramente y me enorgullezco de mi insensibilidad.
Te aflijo, para que no ignores qué es la aflicción.
Deseo sentarme silenciosamente a tu lado, pero no me atrevo, pues temo que mis labios traicionen mi corazón.
Por ello parloteo disparatadamente, escondiendo mi corazón tras mis palabras. Trato a mi pena con dureza, para que no lo hagas tú.
Deseo alejarme de ti, pero no me atrevo, pues temo que descubras mi cobardía.
Por ello levanto la cabeza y me acerco a ti con aire indiferente.
La constante provocación de tus miradas renueve mi dolor sin cesar.


Pacifícate, corazón mío, que sea dulce la hora de la separación; que no sea una muerte, sino un cumplimiento.
Vivamos del recuerdo de nuestro amor y que nuestro dolor se mude en canciones.
Que el vuelo a través de los cielos termine con el aquietamiento de las alas en el nido.
Que la última caricia de nuestras manos sea tan suave como la flor de la noche.
Acércate, hermoso fin de nuestro amor, y dinos en el silencio tus últimas palabras.
Yo te reverencio y levanto mi lámpara para iluminar tu camino.



HAFIZ
El vino del olvido
¿Quién puede contar la historia de los corazones que sangran? ¿Quién intenta vengar la muerte de Djemschid?Excepto el sabio sentado junto al tonel de vino, ¿quién puede decirnos el secreto de la sabiduría?Si el narciso embriagado cree todavía, sea cubierto de vergüenza ante los adoradores del vino.El arpa ha cantado demasiadas canciones tristes, corta sus cuerdas para que ya no viertan más lágrimas.

El amante rechazado
El Amor y la fe se han marchado. La que robó mi alma ha dicho: «No permanezcas más tiempo junto a mí».¿Pero has oído decir qué hombre sentado en una fiesta para gozar de su hora, se levanta antes del fin?Si la antorcha se ensalzara sería por haber ardido ante ti toda la noche.¡Ay! La brisa de la primavera ha tenido que arrancarse a las caricias de las rosas... No hiciste más que pasar, y vacilé como un hombre ebrio. Los Ángeles habrían bajado para verte.En tu presencia el orgulloso ciprés se secó, vergonzoso, envidiando tu esbeltez y gracia.

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